A continuación, te explicaremos qué son las tarjetas prepago, cómo surgieron y cómo puedes darles uso.
Hace aproximadamente una década, comenzó a desarrollarse el llamado comercio electrónico y con él, también llegó un nuevo miedo para los usuarios, que se preguntaban si al introducir sus datos de tarjeta en una web no estarían permitiendo que personas desconocidas pudieran acceder a sus datos fácilmente. Para responder a esta pregunta que tenía tan preocupados a los consumidores, y también, para monetizarla, las entidades bancarias comenzaron a impulsar las tarjetas de prepago, que sólo dejan que gastemos aquella cantidad que ya hayamos ingresado previamente. Podemos decir que estas tarjetas se sitúan en un lado totalmente opuesto a las tarjetas revolving, aquellas que ofrecen al usuario la oportunidad de efectuar operaciones, a pesar de que no tenga fondos en su cuenta, y le permiten también escoger la cantidad que desea abonar cada mes, no obstante con unos intereses demasiado altos.
Tú pones el límite
En este tipo de tarjetas, el importe (que normalmente tiende a ser pequeño), siempre está disponible y es la cantidad exacta que el usuario haya cargado en su cuenta mediante un ingreso por caja o también por cargo. Según se efectúen los pagos, esta cantidad irá disminuyendo. De manera que, hasta la próxima recarga que hagamos, el importe máximo que podamos gastar será exactamente aquel que hayamos decidido. NI más, ni menos.
Por supuesto, este medio de pago también puede ser virtual. De manera que, en lugar de una tarjeta física, podremos usar una clave PIN, un código CVV, y una fecha de caducidad y sólo podrá usarse para realizar pagos en internet. Por tanto, este tipo de tarjetas, al ser de prepago, nos ofrecen una mayor seguridad que una tarjeta que fuera de crédito o una de débito normal, porque en caso de que exista una sustracción de la tarjeta, no existe posibilidad de que nadie pueda sobrepasar dicho límite.
Compras online, regalos, viajes y jóvenes
Se trata de una de las principales ventajas de las tarjetas prepago, además del control puntual del gasto. Esto permite a los bancos ofrecer este tipo de tarjetas como “regalos” (de una sola carga), viajes o incluso, vacaciones, tanto para jóvenes como para adolescentes.
No obstante, estas tarjetas tienen una pequeña contradicción, y es que realmente su utilización para compras online ha desaparecido casi por completo. Esto se debe, en gran parte, al desarrollo de otros métodos seguros de pago, como puede ser el caso de PayPal, y sus medidas de seguridad, que convierten la experiencia de compra en algo que ya no conlleva demasiados riesgos. Afortunadamente, podemos asegurar que los españoles ya hemos superado el miedo a las compras por internet.
No todo son ventajas
No obstante, las tarjetas prepago tienen sus inconvenientes. Por ejemplo, aunque siempre depende de la entidad emisora, muchos de estos plásticos exigen unas cantidades mínimas por recarga, además de que cobran comisiones por cada carga y devolución. Esto nos puede llevar a que realicemos cargas más costosas, y de esta forma, limitemos menos el riesgo en caso de uso fraudulento o pérdida.
Además, hay otros inconvenientes que debemos tener en cuenta. El que puede resultar más importante, puede que sea que, al ser un medio que va contra un saldo, este tipo de tarjeta no nos sirve para realizar suscripciones o como garantía de pago. Por ejemplo, no nos será posible darle uso a este tipo de tarjeta para pagar un alquiler de un coche, ni tampoco para asociarla a PayPal.