El uso de las tarjetas de crédito, teóricamente, es muy específico, permiten el pago a crédito, el pago diferido, pero, también, permitirían la disposición de dinero en metálico a crédito. Sin embargo, esta última opción tal vez sea la más controvertida y menos aconsejable de una tarjeta de crédito.
Desafortunadamente, sobre todo en los años de crisis, tanto en el pasado reciente como, incluso, durante 2020 y lo que llevamos de 2021 con la pandemia como telón de fondo, el uso de las tarjetas de crédito como fuente de disposición de dinero metálico ha crecido de manera notable.
Sin embargo, este uso no es muy recomendable como veremos a lo largo del artículo.
Por qué no elegir la disposición en metálico de las tarjetas de crédito
La primera respuesta, y la más importante, es, o debería ser lo más evidente: los intereses.
Dentro de las diferentes opciones de financiación con las que puede contar un usuario, probablemente utilizar la tarjeta de crédito para disponer de dinero a crédito, sea una de las más caras. Los intereses medios de las tarjetas de crédito para este fin, son muy superiores a los intereses medios de cualquier préstamo personal, u otros modelos de financiación tanto entre los que ofrece la banca como de financiación alternativa.
Por tanto, los intereses para encarecer el producto de manera radical, haciendo que un préstamo, que sería relativamente más barato en otro formato (préstamo personal, anticipo de nómina, etc.) resulte caro.
La segunda respuesta, no menos importante, son las comisiones. Si bien es cierto que los préstamos personales suelen llevar aparejada alguna comisión, la disposición de dinero en metálico con tarjeta de crédito supone asumir las comisiones de extracción de metálico, que generalmente son caras, y que se van a sumar a unos intereses ya de por sí caros.
El último elemento, y no menos importante, es la exposición al sobreendeudamiento. Cuando acumulamos de manera constante deuda con una tarjeta de crédito, no sólo asumimos también de manera constante el pago de intereses, sino que nos exponemos a un riesgo grave: vivir a crédito. Vivir a crédito no sólo tiene un coste en intereses, también nos coloca en el filo de la morosidad, ya que en el momento en el que no podamos, por el motivo que sea, hacer frente al crédito solicitado la tarjeta, tenemos que enfrentarnos al endeudamiento, a más intereses, y a las tasas de morosidad.
Descubre en este artículo cuándo no puedes contratar una tarjeta de crédito
Entonces cómo usar una tarjeta de crédito
Es evidente, que a pesar de lo que hemos descrito anteriormente, habrá usuarios que sigan considerando el uso de la tarjeta de crédito como herramienta a tener en cuenta. Es evidente, también, que efectivamente, sirve para ello. Pero, incluso en este caso, no deberíamos caer en la tentación de utilizar esta herramienta más que en casos excepcionales, puntualmente, para disposiciones muy concretas y que una vez devueltas en la amortización de la tarjeta, no se vuelvan a repetir salvo, otra situación excepcional.
El uso de una tarjeta de crédito debe orientarse, en todo caso, aprovechar su potencial de pagos aplazados sin intereses, cuando nos ofrecen, o para asumir determinados pagos que podemos fraccionar, en los que, aunque también se nos carguen intereses elevados, la ventaja de pago inmediato y asumir esos intereses es mayor que los procesos y trámites de solicitar un préstamo personal.