Es cierto que no existe a fecha de hoy un manual de la buena utilización de la tarjeta ante un posible uso fraudulento, pero, no es menos cierto, que el hecho de poner en práctica los consejos más habituales a este respecto disminuye de manera muy grande el riesgo de uso fraudulento de tarjeta de crédito. A la par, esto nos hace tomar más conciencia de nuestros productos financieros, de lo que tenemos, de los seguros que poseemos sobre ello…
Y es que la primera herramienta interesante para un uso seguro de las tarjetas de crédito sin duda son los seguros antifraude que muchas de ellas incorporan, seguros que sin embargo debemos conocer bien ya que en la mayoría de ocasiones quedan supeditados para ejercer sus coberturas a un buen proceso de comunicación tras la pérdida o robo de nuestra tarjeta (en el caso de pérdida o robo) por ejemplo. Todos queremos contratar la mejor tarjeta de crédito y para ello nos fijamos en cuestiones como las comisiones, los intereses o los plazos de devolución, sin embargo, los seguros asociados a las tarjetas también deben ser tenido muy en cuenta como podemos ver.
Además de aquellos consejos relacionados con el momento del pago y la actitud que debemos mantener por ejemplo en los pagos en comercios, como a la hora de retirar efectivo en los cajeros, existen otros consejos que, no por sencillos, deben dejar de ponerse en práctica, todo sea en busca del uso más seguro de nuestras tarjetas, y de los verdaderos problemas que puede suponernos el uso fraudulento de las mismas por terceros.
Dos cuestiones básicas que a veces se nos olvidan, y que no debiera ser así, son relativas a cuestiones primarias en las tarjetas; por un lado firmar la tarjeta en el momento mismo de su recepción, y, comprobar siempre el buen mantenimiento de la firma, resulte clara y legible, y por otro lado, algo obvio pero a veces también olvidado, canotado dicho número, sino también desde la propia formación de este número, alejándonos de combinaciones sencillas de adivinar cómo puede ser fechas de nacimiento propias o de nuestros familiares cercanos, números de teléfono o de documentos de identificación, etc.
Además de lo anterior, existen otras precauciones interesantes, por ejemplo, no agrupar las tarjetas en un mismo espacio físico, es decir no llevar todas las tarjetas en una única cartera, y además, los teléfonos de contacto facilitados por las entidades para en caso de robo tampoco portarlos cerca de las tarjetas, es cierto que en este último caso los cacos los puede llegar a tener con facilidad, sin embargo no es tarea nuestra facilitarles más el trabajo.
En otro orden de cosas resulta básico no eliminar los justificantes de compra que los comercios o establecimientos emiten cuando realizamos pago, comprobantes en los que siempre podremos contrastar los importes y las fechas de las operaciones, así como comprobar siempre de manera rigurosa los extractos mensuales (o en la periodicidad pactada) que la entidad emite sobre nuestra tarjeta.