¿Estás pensando en comprar un nuevo televisor, electrodoméstico o incluso planear un viaje? Si no tienes el dinero ahorrado, es probable que la opción de financiar la compra con tu tarjeta de crédito te resulte tentadora. Pero, ¿es realmente una buena idea?
Las tarjetas de crédito ofrecen ventajas claras cuando se trata de financiación. Por ejemplo, muchas incluyen promociones de «pago aplazado sin intereses» en ciertos establecimientos. Sin embargo, estas ofertas suelen tener limitaciones importantes: suelen aplicarse solo a plazos cortos, como tres o seis meses, y solo en tiendas asociadas.
Crédito revolving
Si decides financiar fuera de estas promociones, te enfrentarás al famoso crédito revolving. Y aquí es donde muchas personas se meten en problemas. Este tipo de financiación aplica intereses muy altos, con TAE que pueden superar el 20%. Para que te hagas una idea, financiar 1.000 € a ese interés puede costarte más de 200 € en un año si solo pagas el mínimo mensual.
Otro detalle importante a considerar es el impacto en tu límite de crédito. Si utilizas una parte importante de tu saldo disponible para financiar una compra, podrías quedarte sin margen para emergencias o gastos imprevistos. Además, un uso elevado del crédito disponible puede afectar negativamente tu puntuación crediticia.
Entonces, ¿cuándo es buena idea financiar con tarjeta? La clave está en evaluar tus opciones. Si puedes acceder a promociones sin intereses o necesitas repartir un gasto en un plazo corto, puede ser útil. Pero si se trata de un gasto más grande o a largo plazo, probablemente sea mejor buscar alternativas como un préstamo personal con un tipo de interés más bajo.
En conclusión, financiar con tarjeta puede ser una herramienta útil si entiendes bien los costes asociados y lo haces de manera responsable. Pero no olvides: la mejor financiación es la que no necesitas.