La gratuidad en los productos financieros es un tema relativo, muy relativo. Nos atreveríamos a decir que no hay nada gratuito dentro de los productos financieros, y, sin embargo, se nos ofrecen tarjetas de crédito gratuitas de manera constante. Hay que detenerse necesariamente a pensar en qué consiste realmente esta gratuidad, sí, repetimos, tenemos en cuenta que no hay nada gratis en los productos financieros.
De entrada siempre hay que tener claro que cuando se habla de gratuidad en todo caso se está hablando de determinados aspectos particulares del producto, generalmente de comisiones o gastos asociados. Esto es importante porque ninguna tarjeta de crédito ofrece gratuidad, por ejemplo, en el conjunto de sus operaciones a crédito, disposiciones en metálico, etc., es decir los intereses, comisiones y gastos asociados a la operativa de la tarjeta difícilmente van a ser parte de esa gratuidad.
Las tarjetas gratuitas sin comisiones
Por tanto llegamos al meollo de la cuestión, lo que se nos suele ofrecer como tarjetas gratuitas realmente son tarjetas a las que se aplica bonificación sobre las comisiones o gastos.
Generalmente vamos a encontrar tres modelos diferenciados dentro de esta gratuidad:
- Aquella tarjeta sin coste de emisión pero con costes de mantenimiento posteriores.
- Aquella tarjeta sin coste de emisión y sin coste de mantenimiento el primer año, pero con coste de mantenimiento los posteriores años.
- Aquella tarjeta sin coste de emisión y sin coste de mantenimiento en ningún momento de su vida operativa.
Vamos a poder encontrar cualquiera de estas opciones aunque, probablemente la más presentes en el mercado sea la segunda, es decir, aquella que nos propone su contratación sin coste de emisión, un período sin aplicación de comisiones de mantenimiento, y la posterior comisión de mantenimiento anual.
Podemos también encontrar dentro de este último formato algunas excepciones o bonificaciones, por ejemplo aquellas que nos ofrecen la posibilidad de no abonar un coste de mantenimiento por la tarjeta siempre y cuando esta suponga un número de usos determinados, de importe determinado en un plazo de tiempo concreto.
Las tarjetas gratuitas y su uso
Podríamos distinguir dos tipos muy distintos de dinámica de uso de estas tarjetas sin comisiones.
El primero de ellos es el de la tarjeta vinculada. Se trata de un producto que entra dentro de un global de productos determinados, y, generalmente, su bonificación en forma de ausencia de comisiones de mantenimiento y emisión, tiene que ver con esta vinculación. En este modelo podemos perfectamente encontrar la no exigencia de uso para mantener la gratuidad, ya que, esta se obtiene a través de la vinculación general del usuario y no sólo por la tarjeta.
El segundo de ellos, como cabe esperar, es el que asocia el uso de la tarjeta a su gratuidad. Es decir, para que la gratuidad se aplique la tarjeta tendrá que utilizarse o bien un número determinado de veces dentro de un rango de operaciones concreto, o bien sobre una cantidad concreta marcada por la entidad.
Es cierto que, en algunas ocasiones, al contrario, va a ser la tarjeta y su uso la que va a determinar la bonificación en otros productos, por ejemplo, en las hipotecas donde podemos obtener una modificación al diferencial con una determinada cantidad de dinero, unida a través de la tarjeta de crédito, sin embargo, este no es el caso que nos ocupa.