Las Tarjetas de Débito son aquellas tarjetas que se encuentran vinculadas directamente a una cuenta bancaria, es decir que al realizar una operación con ella, genera un cargo directo por el importe de la operación en nuestra cuenta.
De esta forma, además de permitirnos sacar dinero de los cajeros automáticos, las Tarjetas de Debito se han convertido en una de las forma más cómodas de abonar nuestras compras en cualquier tipo de establecimiento comercial, ya que no necesitamos llevar encima dinero en efectivo.
Una de las principales ventajas que poseen este tipo de tarjetas, es la posibilidad de controlar lo que gastamos y no generar más deudas, ya que solo podremos utilizar el dinero disponible en nuestra cuenta y no más, con lo que si la cuenta no posee dinero, la operación será rechazada.
Asimismo, cabe destacar que varias entidades ofrecen a sus clientes la posibilidad de utilizar pequeños descubiertos de hasta 200 euros aproximadamente. Aquí si debemos tener mucho cuidado, ya que si bien no estamos comprando a crédito, el banco cobrara intereses por los días que nuestra cuenta bancaria quede en descubierto.
A diferencia de las tarjetas de crédito, una tarjeta de debito no es un medio de financiación y como ventaja, posee muchas menos comisiones que las tarjetas de crédito.
En cuanto a los costos que suelen cobrar las entidades financiaras por tener una tarjeta de debito, varias entidades suelen otorgarlas de forma gratuita, es decir, que no cobran el costo fijo anual, aunque en otros casos esta cuota anual puede rondar los 10 euros, y en otros puede llegar hasta los 60 euros, dependiendo de la entidad.
Asimismo, las tarjetas de débito facilitan la obtención de dinero en metálico en casi todo tipo de cajeros, pero si recurrimos a los de una red distinta de aquélla a la que pertenece la tarjeta nos cobrarán una comisión que oscila entre el 2% y el 4% del dinero que retiremos.
En resumen, la principal característica de las tarjetas debito, es que mediante su utilización el dinero es extraído en el acto de nuestra cuenta bancaria, de modo que no se trata de una forma de financiación o de un “crédito” que más tarde pagaremos junto con un interés.
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